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Chihuahua

A 83 años de la brutal persecusión y muerte del padre Pedro Maldonado

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Fue aquel lamentable 30 de noviembre de 1924 cuando en México ascendería al poder el déspota asesino Plutarco Elías Calles, en todo el país se viviría el preámbulo de lo que sería la más sanguinaria persecución religiosa cometida que costó la vida a más de 90 mil mexicanos.

Tras los traicioneros asesinatos de Emiliano Zapata y Pancho Villa,  los restantes generales revolucionarios sembraron un ambiente ateo y socialista que se respiraba en todos los estados. Chihuahua no quedó a salvo de este clima hostil. El odio hacia la Iglesia se enraizaba cada vez más desde las instituciones públicas.

En 1925 iniciaron los ataques cuando los grupos de masones, socialistas y protestantes enrarecieron el ambiente con ataques constantes contra los sacerdotes, escuelas católicas y prácticamente contra todos los mexicanos, partiendo del hecho de que casi totalidad del pueblo era católico.

La nefasta “Ley Calles”

Se reformó el Artículo 130 constitucional y para 1926 se inició con el cierre de escuelas católicas por instrucciones del propio presidente Plutarco Elías Calles, quien reclamó al gobernador Coronel Jesús Antonio Almeida por su ‘lenidad’. La medida provocó que cientos de niños se quedaron desprotegidos al cerrar los orfanatorios católicos.

Además, a causa de esta legislación, se censuró y controló a los medios de comunicación. Los periodistas Silvestre Terrazas, Rodolfo Uranga, Cecilio Robles, León Barrí, sufrieron persecución.

 

La cobardía del arzobispo Antonio Guízar Valencia

Antonio Guízar Valencia (tercer obispo y el primer arzobispo de Chihuahua), figuró al frente a la Diócesis durante las dos etapas de persecución más difíciles de 1926 a 1929 y de 1932 a 1937, esta última cuando se cometió el asesinato del padre Pedro de Jesús Maldonado Lucero.

Guízar Valencia estuvo en contra de las agrupaciones católicas de combate y defensa, en especial contra el movimiento armado de los cristeros. Asumió un sospechoso silencio ante los excesos cometidos por el gobierno contra los sacerdotes, y en especial tuvo una nula reacción y callada actitud de reclamo tras el asesinato del padre Maldonado.

En 1927 amenazó con la excomunión a quien participara en el movimiento armado, y en 1929 declaró que la guerra de los cristeros por defender su derecho de libertad religiosa sólo eran disturbios. Halagó a Emilio Portes Gil como el ‘nuevo Constantino’.

Por otra parte el papa San Pío, concedió una indulgencia plenaria en artículo de muerte a los que murieron gritando ¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva Santa María de Guadalupe!

Al obispo Guízar le generaban conflicto las críticas del padre Maldonado hacia el gobierno, en contraste con su posición. Nunca lo nombró párroco de Santa Isabel, y estuvo 13 años como párroco interino.

Masonería anticristiana: “La Logia Cosmos”

La Logia Cosmos desde sus inicios en 1900 fue semillero y “madre” de todas las logias locales, por donde pasaron gobernadores, diputados, comerciantes y hombres de influencia, recibiendo consignas y aplicándolas en especial en los tiempos de la persecución anticatólica, particularmente durante la mayor represión de 1934 a 1937, encabezada por el gobernador Rodrigo M. Quevedo.

Las objeciones de la Iglesia Católica a las sectas masónicas y por las cuales las ha condenado son: naturalismo, secretos ilícitos, indiferentismo religioso e intrigas contra la Iglesia y los poderes legítimos civiles.

Los “cristeros tarahumaras”

En la Sierra Tarahumara la persecución anticatólica inició el 10 de octubre de 1925 cuando el padre Eduardo Iglesias fue a Bocoyna a celebrar misa. Cecilio Bustillos el presidente municipal lo acusó del cargo de rebeldía contra la Ley Calles por oficiar misa sin estar autorizado por las autoridades. Previamente había acusado al padre José Mier y Terán de quebrantar la ley y violar el artículo 130 de la Constitución. Las religiosas fueron obligadas a vestirse como profesoras seglares, sin sus hábitos.

Los rarámuris se levantaron en armas, acciones que fueron llamadas como levantamientos tarahumaras cristeros quienes enarbolaban estandartes con la imagen de la Virgen de Guadalupe y la inscripción de “¡Viva Cristo Rey!”; al quedar sin guías espirituales por las detenciones de los misioneros jesuitas. Muchos fallecieron en combate y otros fueron fusilados. Entre los líderes se encontraba Francisco Lozano, Marcelo Estrada y el mestizo Basúchil.

En la sierra clausuraron los templos de Creel, Norogachi y Tónachi. Luego cerrarían el de Sisoguichi. Finalmente fueron cerrados todos los templos de la misión. En julio de 1926 cerraron el Seminario Conciliar de Chihuahua, donde estudió el padre Maldonado, al retomar las clases asistían a una casa en la calle Segunda y Ojinaga y otros fueron enviados a El Paso, Texas.

La “Fe” tipificada como delito

El 31 de julio de 1926 entró en vigor la reforma al Código Penal para el distrito y territorios federales sobre delitos en materia de culto religioso, en la que se excluía a extranjeros para ejercer el ministerio de cualquier culto; ninguna corporación religiosa ni ministro de culto podría establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria; no se permitía el establecimiento de órdenes monásticas, de cualquier denominación.

“En Chihuahua se reglamentó el artículo 130 permitiendo sólo ejercer a un ministro religioso por cada 9 mil habitantes, y el 31 de julio de 1926, como en todo el país y por acuerdo del Episcopado Mexicano, se cerraron los templos católicos como protesta y porque en esas condiciones la Ley Calles amordazaba la libertad de creencia, restringía la libertad de expresión e imponía severas sanciones, entre las pugna estatal que encabezó el gobernador Rodrigo M. Quevedo.

En ese mismo año inició la persecución al padre Pedro Maldonado como párroco de Santa Isabel al ser acusado por violación de la Ley de Cultos y pasó todo ese año escondiéndose para llevar los sacramentos.

Para 1927 continuaba con su ministerio, perfeccionando sus escondites y ocultándose con la ayuda de los defensores de la fe. Celebraba Misa sobre una roca, en un arroyo seco o en cuevas,

La traicionera negociación de la paz

Fue Emilio Portes Gil como presidente de México quien dio fin al enfrentamiento armado en 1929, al negociar con unos obispos que traicionaron a los cristeros y aceptaron la paz, sin condiciones. Posteriormente, el gobierno mexicano sorprendió y asesinó a los elementos de la Guardia Nacional, que eran los cristeros.

La Secretaría de Gobernación ordenó la entrega de los templos católicos a los sacerdotes católicos mexicanos por nacimiento.

 

Rodrigo M. Quevedo

En 1932 llegó a ser gobernador Rodrigo M. Quevedo, desatando la persecución más feroz contra los católicos que en otros estados. Luego de haber participado en la sofocación de la Revolución Renovadora de 1929 y por sus triunfos contra los cristeros.

En 1926 promulgó el decreto de que “el número de ministros de cada uno de los cultos religiosos que pueden ejercer en el estado sería de solo uno”.

Inició una feroz represión religiosa con las campañas ‘desfanatizantes’, con brigadas ‘culturales’, en las que exigían educación sexual y socialista en escuelas primarias, clausuraban colegios católicos, asaltaron al Seminario y destruían imágenes en los templos.

Pedro Maldonado padeció varios ataques como en abril de 1934 cuando un grupo de policías lo llevó al exilio a El Paso, Texas. Durante el trayecto simularon varias veces que lo iban a fusilar y le dieron la advertencia de que no volviera. Sin embargo volvió a Chihuahua de forma secreta y fue capturado nuevamente en noviembre de ese mismo año, pero fue liberado por hombres armados. Huyó escondiéndose en la sierra para continuar con su ministerio. Las autoridades pidieron al obispo Antonio Guízar Valencia que cambiara al padre Maldonado de Ángel Trías, como se llamó a Santa Isabel, sin embargo recibieron la negativa del obispo.

La situación generó que en Parral hubiera un levantamiento en el mes de marzo, donde los ciudadanos por su cuenta abrieron los templos de San Nicolás, San Juan de Dios, El Santuario, el del Rayo y la Parroquia.

Las capillas y templos fueron convertidos en escuelas de oficios, se prohibía enarbolar la bandera nacional, en su lugar, ondeaba la soviética bandera rojinegra. Se trabajó el agrarismo anticlerical buscando convencer a los trabajadores del campo en que “la religión es el opio del pueblo”, que en los templos roban y engañan y que el salario aportado a la Iglesia servía para las orgías de los curas. En 1935 hubo noticias de levantamientos armados en Santa Isabel, entonces llamado Ángel Trías.

En 1936 terminó el gobierno de Quevedo con un panorama oscuro para los católicos en el que había encierro, destierro y luto. Posteriormente inició el periodo de Gustavo L. Talamantes. Ese año, durante el “Viernes Santo”, alrededor de la medianoche, atacaron a balazos al padre Maldonado y lo persiguieron en un tramo de 200 metros, luego de acudir a dar auxilios espirituales a unos moribundos.

En otra ocasión intentaron atacarlo cerca de su casa, pero al llegar rodeado de niños no pudieron matarlo.  Fue llamado loco y desobediente por defender su fe por otros sacerdotes que comulgaban con las ideas del obispo.

El brutal asesinato del Padre Maldonado

A inicios de 1937, entre la una y dos de la tarde del 10 de febrero, se presentaron donde oficiaba la conmemoración del “Miércoles de Ceniza” para apresarlo en el poblado de Boquilla del Río. Después de unas horas de forcejeo, a las 17:00 horas salió el padre Maldonado para llevarlo preso. Caminaron unos 3 kilómetros hasta la Presidencia Municipal de Ángel Trías, donde fue golpeado hasta el anochecer. Más tarde fue trasladado al Hospital Central de la ciudad de Chihuahua y murió la madrugada del 11 de febrero.

Tras su brutal asesinato, destaca el poder de convocatoria que causó entre el pueblo de Chihuahua, y rememora cuando el cuerpo se puso en el Obispado, que entonces se ubicaba frente al parque Lerdo (sobre el Paseo Bolívar y calle Octava).

La noticia del asesinato del sacerdote corrió como pólvora y los jardines del parque Lerdo se llenaron para entrar a despedirlo a partir de las 17:00 horas del 11 de febrero. Había orden de enterrarlo en el panteón de Dolores a las 18:00 horas.

Las manifestaciones se presentaron después de su muerte, brotando de miles de gargantas silenciadas por años  de represión, asesinatos, vejaciones y amenazas el grito de ¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva el padre Maldonado! Jesús Salcido, presidente municipal de General Trías, Andrés Rivera y Francisco Frescas de la O, fueron llevados a juicio por el homicidio del padre Pedro Maldonado, quienes quedaron exonerados y el crimen impune.

Las autoridades locales salieron huyendo del Palacio de Gobierno temiendo un linchamiento por parte de loa sociedad chihuahuense.

A 83 años de su asesinato, nuevamente la sociedad mexicana se enfrenta a la persecución por razón de creencias religiosas.

 

Por: Redacción

 

 

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