Cruz Azul da el grito esperado; campeones, otra vez

MÉXICO.- Cruz Azul ya tiene su noveno campeonato. Le costó burlas, llanto, tragedias y caer hasta el subsuelo para resurgir de sus propias cenizas.

Lo hizo echando candados a su vistoso sistema de juego, quien había dado el liderato del Guardianes 2021, empero que en etapa final le obligó a modificar los modales por el pragmatismo. Aquí por el momento no importaban las maneras, sino el desenlace.

Ha sido dramático, como está acostumbrado, negado en un primer tiempo desteñido en el cual los equipamientos celeste se comportó de forma irreconocible y por poco se autodestruye. Para aquel instante de la noche, el sistema nervioso de los azules estaba catatónico, rememorando amarguras y heridas, antiguos calendarios, las camisetas anteriores, los jugadores que pasaron y los espectros.

Un audaz Santos Laguna se robusteció desde un conjunto de jugadores gregarios que salieron al campo a derretir al antagonista con rapidez hasta opacarlo. Nadie podía estar tranquilo en el Estadio Azteca, con un poblado celeste que guardaba la fe en el puño.

Empero Santos, discreto, movió sus partes hacia adelante y un gol de Diego Valdés al ángulo exacerbaba una final que firngía, como tantas otras, dispuesta para La Máquina, sin embargo que se empeñaba en estropear.

Santos vivía por lo suyo. Conseguido el gol se frotaba las manos para cometer su ardid final, aun cuando no contaba con Juan Reynoso, un técnico sin oropel, cauteloso y cansino, que no ha sido la primera alternativa de la directiva tras el desajuste de la humillante derrota en semifinales frente a los Pumas el torneo anterior.

Reynoso pasará a la historia por ser campeón como un káiser en la zaga del título de 1997 y ahora como instructor, de paso, el primer peruano que se consagra como técnico en México.

La victoria celeste vino a partir del banquillo. Reynoso agitó el dibujo. Algo tuvo que dialogar en el vestuario que los accesorios salió embravecido al segundo tiempo con Yoshimar Yotún y Santiago Giménez como válvulas que refrescaron el ataque.

Santos, a corazón abierto, abandonó terrenos baldíos por los que corrieron los cementeros y, en la actitud, Yotún otorgó ayuda para Pol Fernández, que estaba en fuera de sitio. No obstante, a su espalda entró Jonathan Rodríguez.

El Cabecita, sembrado como esgrimista frente a Carlos Acevedo, lo venció con un pase a la red. Un gol histórico, un empate por el cual valió la pena aguardar 23 años y que hacía latir a los cruzazulinos a partir de la sacudida del orgullo.

Los min finales vieron a un Santos maltrecho ir al frente, espirar el último aliento en centros y pelotazos transversales que espeluznaban a los de Cruz Azul.

Subió a rematar el portero Acevedo y con él, aquel déjà vu de Moisés Muñoz anotando. Esta vez Jesús Corona triunfó el balón por encima, se tiró al suelo y lo abrazó como si se tratará de una joya. a partir de una magnitud extraterrenal, Miguel Marín lo salvaguardaba con él.

UNA ALDEA AZUL

Urbe CRUZ AZUL. La felicidad se desbordó en el sitio que vio nacer al Cruz Azul que por fin ha podido concluir con una sequía de 23 años. Metrópoli Cooperativa Cruz Azul, en Hidalgo, celebró el deseado noveno título.

Alrededor de mil personas salieron a la calle primordial a ver el juego en pantallas enormes, y el silbatazo final desencadenó la euforia por la urbe que no durmió de tanto júbilo guardado.